Historia de la rehabilitación de una escalera y un portal
Todo tiene un comienzo.
Antonio Lamela dio su primer paso en la Arquitectura, junto con su entonces socio, Alfonso García Noreña, con un edificio de viviendas en el número 10 de la calle Segovia de Madrid. Firmado en 1954, fue un ejercicio de arquitectura completa, donde el propio Lamela era a la vez arquitecto, promotor y constructor. Quería conocer, como él mismo explicó, “la complejidad real del planteamiento arquitectónico”.
Sobre estas viviendas, de composición simétrica, fachada de ladrillo y donde el ritmo lo aporta un eje central, determinado a su vez por el portal y las terrazas de las cocinas de los hogares del centro, también pasa el tiempo. El portal necesita adecuarse a la normativa actual de accesibilidad.
La reforma de este lugar tan único va a consistir en mejorar el acceso al portal a través del zaguán. Hoy en día se hace utilizando esa liviana escalera. Se instalará un elevador que salve la altura entre el zaguán (en la planta baja) y el portal, que se sitúa en la primera planta. También se van a recuperar elementos originales en la fachada del zaguán y se intervendrá en el cerramiento, pues el diseño original lo dejaba abierto.
Es un espacio pequeño, de 28 metros cuadrados, pero donde están presentes algunos de los latidos del impulso creador de Antonio Lamela. Su pasión por Piet Mondrian, resuelta con una pintura de azulejossorprendentes para su tiempo; una pequeña escalera, de peldaños volados, que casi parece levitar sobre el suelo, y que muestra su preocupación por ocupar el mínimo espacio, o la luz escalonada que cae sobre el ventanal aportando calidez y recogimiento.