MELIÁ
PRINCESA

Por tratarse de una manzana completa, se procedió a su estudio previo y se solicitó la reordenación de volúmenes, con la exigencia por parte del Ayuntamiento de un estudio de asoleo de los edificios circundantes.  Para liberar vistas, la edificación principal fue desarrollada  como un bloque en pastilla, en altura, perpendicular a la calle Princesa. Como era preceptivo ubicar en esta calle la agencia de viajes Meliá, no se disponía sobre ella de fachada suficiente para dar entrada importante al hotel y a los apartamentos, por lo que se creó una calle particular para ingresar al complejo, lo que favoreció la circulación y añadió carácter más exclusivo al hotel.

Las zonas nobles del hotel y sus oficinas se desarrollaron en las dos primeras plantas. Las 225 habitaciones aparecen distribuidas en las nueve siguientes, siendo las siete últimas destinadas a apartamentos de lujo.  En el interior del hotel se procuró la integración de volúmenes, con juegos de planos a distintos niveles, y el máximo aprovechamiento de espacios, mejor interconexión y rendimiento.  En los salones se utilizaron, con profusión, los tabiques móviles y desplazables para diversificación de usos y multiplicidad de espacios.

Para completar el volumen de edificabilidad restante fue diseñado un bloque hexagonal de siete plantas, por entender que era la forma más idónea en vista de las alineaciones concurrentes. Además, ello facilitaba el desarrollo circular de las rampas de garaje con capacidad para 300 automóviles.

En la composición de fachadas, juegan un papel determinante el empleo del hormigón visto con contundencia de formas, el mármol blanco en los paños ciegos, y la carpintería de aluminio anodizado con secciones importantes.

Aunque el conjunto iba a pertenecer a varias comunidades y propiedades, prevaleció el criterio de centralización de todas sus instalaciones.