MOTEL
EL HIDALGO
“El Hidalgo” fue un proyecto pionero, con el que se implantaba por primera vez en España, por influencia norteamericana, el concepto de motel; aunque para adaptarse a la mentalidad y las costumbres del país los moteles españoles nunca llegaron a copiar el tipo americano, sino que se desarrollaron como hoteles de carretera. A “El Hidalgo” se le llamó motel porque el automóvil esta cerca de la habitación, aunque el pago de la cuenta se hiciera siempre en recepción y al final de la estancia.
El lugar escogido se encontraba entonces a cuatro horas de viaje desde Madrid, por lo que resultaba idóneo para pernoctar en un viaje a Andalucía. A tal efecto se concibió un programa ambicioso que habría de ocupar casi siete hectáreas de llanura manchega, que fue proyectado en su totalidad y del que finalmente sólo fue construida la primera fase. Hoy, considerablemente reducidos los tiempos de viaje, es utilizado principalmente por cazadores.
El conjunto de edificios se dispuso de forma que la sensación de horizontalidad fuera la más acusada. Las celosías aplicadas a los huecos de servicios generales y cuartos de baño subrayan esta horizontalidad. El paisaje presentaba escaso interés, siendo tan sólo apreciables los alejados fondos montañosos a mediodía y levante, por lo que se crearon vistas inmediatas atractivas en el resto de orientaciones. Se cuidaron las formas de los diferentes cuerpos con el objeto de que, aún respondiendo a un todo homogéneo de gran sencillez, resultara un juego variado de volúmenes. Las comunicaciones peatonales y vehiculares, al igual que las zonas verdes, unifican el complejo y sirven de aglutinante. Todas las habitaciones dan y tienen vistas a las zonas ajardinadas.
Como reclamo, tres torres metálicas de anuncios se sitúan estratégicamente en los extremos y en el centro del conjunto edificado. La torre central informa de la disponibilidad, o no, de habitaciones.
Los materiales empleados fueron de la zona, buscándose la máxima nobleza y durabilidad, dejándolos en su textura natural, tanto los metálicos como las carpinterías y los paramentos de ladrillo. Para un periodista de 1960, era preciso “destacar el acierto del Sr. Lamela al conseguir de este modo lo que ostensiblemente ha perseguido en la ambientación del complejo “El Hidalgo”: confort, calidad y sencillez, sin saltar las fronteras de lo que pudiéramos llamar un lujo discreto.”